Cremas de manos

La mayoría de los cosméticos, ya sean cremas de manos, aceites corporales o mascarillas faciales, tienen sus orígenes en las civilizaciones antiguas. Así, en el Antiguo Egipto la gente untaba la piel con aceites para protegerla del sol, mientras que las bellezas de la Antigua Grecia y Roma aplicaban una gran variedad de sustancias (desde la miel hasta los excrementos de los animales) en la cara y el cuerpo para mantenerse jóvenes por más tiempo.

De componentes naturales a sintéticos

En la Edad Media, la producción de cosméticos en Europa cesó casi por completo. Y  empezó a restaurarse sólo en el Renacimiento. En el siglo XVI, se inventó uno de los primeros análogos de cremas de manos a las que estamos acostumbrados hoy. Así, para preservar la juventud y la blancura de la piel, la gente la untaba con manteca de cerdo derretida, se ponía guantes de cuero y les llevaba todo el día.

Desde entonces, la variedad de tratamientos se ha extendido mucho. Y si bien los primeros cosméticos se crearon sólo a partir de ingredientes naturales, con el tiempo la gente aprendió a sintetizar compuestos nuevos y aquellos que nunca se encuentran en forma pura en la naturaleza. 

Por lo tanto, en las tiendas de cosméticos de nuestros días se puede comprar cremas de manos que contienen tanto componentes de origen natural (por ejemplo, manteca de karité o aloe vera), como ingredientes que se obtienen en laboratorios (por ejemplo, vitamina E, proteínas de seda o cachemira, ácido hialurónico, glicerina, parafina, vaselina, colágeno y muchos otros).

Errores frecuentes al aplicar cremas de manos

A pesar de que este tipo de productos parecen fáciles de usar, casi todos cometemos los mismos errores al aplicarlos. Sin embargo, no son graves y se pueden evitar o corregir fácilmente:

• aplicas crema justo antes de salir: en este caso, la piel no tiene suficiente tiempo para absorberla por completo, se queda grasosa y, por lo tanto, se vuelve sucia en poco tiempo. Pues, vale la pena ponerla aproximadamente una hora antes de salir de casa;
• pones demasiada cantidad: el principio cuanto más, mejor, no sirve en este caso. Siempre elimina el exceso con una servilleta. Primero, porque si no lo haces, la piel no puede respirar normalmente. Y, en segundo lugar, lo debes hacer a menos que quieras manchar la ropa;
• usas cremas de manos inapropiadas o no las usas en absoluto cuando hace frío. En invierno siempre usa productos con glicerina y aceites naturales, como, por ejemplo, manteca de karité o aceite de oliva;
• no cambias productos de cuidado según la hora del día: se debe aplicar tratamientos hidratantes por el día y nutritivos – por la noche;
• pones crema “en seco”: de verdad, los cosméticos de este tipo funcionan mejor si se aplican justo después del lavado.

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